Natalio Hernández

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“LOS PUEBLOS INDÍGENAS A 50 AÑOS DE BARBADOS”

Por Natalio Hernández

A la memoria de Guillermo Bonfil Batalla, autor de
México profundo: una civilización negada.

Un poco de historia

La reunión de Barbados I se realizó en 1971 en una isla del Mar Caribe poblada por hermanos negros traídos de África, debido a que la población nativa fue exterminada por el imperio español que inició la colonización en América en 1492.

Fue una reunión de antropólogos que detonó el movimiento indígena en América Latina. Por ello, Barbados I, podemos afirmarlo, marcó el inicio de un proceso en el que un grupo de antropólogos cuestionó, académica e ideológicamente, el carácter homogéneo y hegemónico de los Estados nacionales, el papel mediatizador de la iglesia y la educación integracionista.

Destacados estudiosos de la antropología, entre ellos, Guillermo Bonfil Batalla de México, Darcy Ribeiro de Brasil, Miguel Bartolomé de Argentina, Stefano Varese de Perú, Esteban Mosonyi de Venezuela, entre otros, criticaron el papel de la antropología ligada al indigenismo de los Estados Nacionales y pusieron en tela de duda la política indigenista que se inició en 1940 con la celebración del Primer Congreso Indigenista Interamericano.

Por ello, el texto de Barbados I constituye, hoy día, un referente fundamental para comprender, con mayor claridad, el movimiento mundial de los pueblos indígenas, quienes levantan sus voces en el contexto de la globalización y la era de las tecnologías de la información y demandan su participación en la reconfiguración de los estados modernos del siglo XXI. 

 La importancia de Barbados II

Seis años después de la primera reunión de Barbados, en 1977, se realizó una segunda reunión en el mismo lugar y, prácticamente, según entiendo, con el mismo grupo de antropólogos de Barbados I. En esta ocasión la reunión fue enriquecida con la participación de líderes y pensadores indígenas de América Latina.

Por México, participamos: Cirila Sánchez, chatina; Víctor de la Cruz, zapoteco del Istmo; ambos de Oaxaca, ya fallecidos, y Natalio Hernández, náhuatl de Veracruz. De Sudamérica recuerdo con admiración a Ramiro Reynaga, aymara de Perú y Arcadio Montiel de la guajira de Venezuela, por su combatividad y radicalismo.

De la Segunda Reunión de Barbados surgió un documento que suscribimos los líderes indígenas. De esta manera, de las Declaraciones de las Reuniones de Barbados se pueden hacer dos lecturas: la de los antropólogos con un enfoque muy académico, y la de los líderes indígenas con un estilo que deja entrever el pensamiento indígena emergente que empezaba a gestarse en la década de los años setenta.

 La trascendencia de Barbados 50 años después

Las repercusiones en México de la reunión de Barbados I y II empezaron a reflejarse en las demandas de participación de los pueblos indígenas en las estructuras institucionales y en el diseño de los planes, programas y proyectos de desarrollo que inciden en los pueblos indígenas. Particularmente, pueden observarse en las luchas de las organizaciones indígenas que demandaron una educación bilingüe bicultural para revertir el proyecto de castellanización compulsiva que instrumentó la Secretaría de Educación Pública de México (SEP) en la década de los años setenta.

Haciendo una lectura más amplia del proceso de concientización y movilización ideológica y política derivado de las reuniones de Barbados, puede decirse que propició el Movimiento Continental 500 años de Resistencia Indígena Negra y Popular de 1992, que tuvo como consecuencia las reformas constitucionales que se llevaron a cabo en varios países de América Latina para reconocer el carácter pluricultural y multilingüe de los Estados Nacionales.

En México, dos años después de este movimiento continental, surgió el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN, en Chiapas, con su lema “Nunca más un México sin nosotros”, cuyas demandas de autonomía y libre determinación cimbraron las estructuras políticas, económicas, académicas e ideológicas del Estado Mexicano.

En síntesis, podemos afirmar que los pueblos indígenas de América en general, junto con las demandas de los pueblos nativos de otros países del mundo, influyeron en la Declaración de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural de 2001, para reconocer que la diversidad constituye una riqueza de la humanidad y, en 2008, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Finalmente, la pandemia que hoy padece la humanidad, originada por el COVID-19, ha venido a acentuar la crisis integracionista y asimilacionista de las políticas indigenistas de los Estados nacionales de América Latina y de otras partes del mundo, para proponer el diálogo de los saberes ancestrales y las epistemologías de los pueblos indígenas, con el objeto de promover nuevas formas de convivencia y de desarrollo que enriquezcan los proyectos civilizatorios del siglo XXI.

Por ello, considero que en este nuevo escenario mundial, los pueblos indígenas están llamados a aportar lo mejor de su pensamiento y conocimientos ancestrales para superar el etnocentrismo del pensamiento europeo y enriquecer los proyectos educativos y de desarrollo para la instrumentación de políticas públicas que hagan realidad el reconocimiento de las sociedades pluriculturales y multilingües de las sociedades modernas del siglo XXI.

Gran parte de estas ideas que he resumido en este texto, se encuentran desarrolladas en la entrevista que me realizaron Aída Hernández Castillo y Patricia Torres Sandoval titulada “Diálogos intergeneracionales sobre Barbados I y II”, que se incluye en el libro Por la conquista de la autodeterminación, publicado en 2021 por el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas.

 Qué sigue después de Barbados.

Desde mi perspectiva, he nombrado “Timocuepan tochan / El regreso a casa” esto es, a la raíz, a la memoria y a la identidad para recuperar los saberes ancestrales de nuestros pueblos desde lógicas propias, por medio de un renacimiento cultural y artístico, es decir, necesitamos trascender de la resistencia a la creatividad para que los niños y jóvenes conozcan nuestras lenguas y culturas; nuestros valores y visión del mundo, nuestras historias particulares ligadas a los mitos fundacionales. En este sentido, las voces oprimidas por siglos tienen que empezar a dialogar con las sociedades nacionales hispanohablantes que, en el caso de México, contribuyan a perfilar la nación incluyente de las diversas lenguas y culturas.

Lo anterior plantea el desafío para la reformulación da la currícula del sistema educativo nacional y la elaboración de planes y programas de estudio basados en la diversidad cultural y lingüística con un enfoque intercultural y transdisciplinario, que conlleve al diálogo de saberes entre el pensamiento occidental y el mesoamericano en que se fundamentan nuestras lenguas y culturas. En este contexto, las tecnologías de la información, las plataformas digitales y las redes sociales juegan un papel fundamental para el empoderamiento de nuestros pueblos, para garantizar el acceso a la información y el desarrollo de proyectos sustentables desde la identidad propia.

Texto leído en el panel “A 50 años de Barbados”, en el marco del conversatorio “De ‘raza’ y etnicidad: Continuidad y nuevos retos de cara al Covid-19”, llevado a cabo el 10 de septiembre de 2021, organizado por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), la Universidad de Stanford y Etnicidad, Raza y Pueblos Indígenas (ERIP) de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA). Video del evento: 

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